Hace unos días, cruzó mi TL de Twitter el titular de una entrevista que ponía «Es mucho más fácil escribir sobre deseo y obsesión que sobre un matrimonio feliz». Quizás porque me gustan los matrimonios felices, me lancé de cabeza a leer, porque pensaba que lo que quería reivindicar esa frase demoledora era precisamente lo contrario a lo que decía que decía. Pero me llevé un gran chasco al descubrir que no, que simplemente la autora a la que entrevistaban (Sally Rooney) quería decir exactamente eso, que para ella era más fácil escribir sobre lo primero que sobre lo segundo, algo que confirmaba en la afirmación: «Me encantaría poder escribir un relato interesante en una novela compleja sobre una relación estable, pero no sabría cómo hacerlo. Así que me he quedado atascada escribiendo sobre relaciones que no funcionan».
Este es un tema al que doy vueltas continuamente. ¿Por qué los matrimonios/parejas en la ficción suelen ser tan desgraciados en ficción? ¿Por qué existe esa creencia generalizada de que la única manera de hacer avanzar una trama relacionada con una relación es putear a sus integrantes, hacerlos sufrir, ponérselo difícil, retorcer esa relación hasta que ya no se puede más, dejando a los lectores con el corazón en un puño, sufriendo por el devenir se la pareja? ¿Es vagancia? ¿Es como los tropos de la violación, que están tan arraigados que a muchos les cuesta horrores quitárselos de encima, porque implica pensar nuevas formas de narrar y de hacer evolucionar a los personajes? ¿Es porque nuestra sociedad sigue sin dar valor a algo tan íntimo como una relación estable, porque lo encuentra inocente? Ya sabemos que la Literatura de Verdad es muy triste y desgraciada, y solo trata temas profundos *léase con voz grabe, de intelectual muy culto*, no las nimiedades de una pareja feliz.Sigue leyendo “Más matrimonios felices en ficción, por favor”